Leer | Hebreos 12.1-3
19 de
junio de 2014
Nadie se
despierta en la mañana de un maratón, y decide de repente: ¡Creo que voy a participar en esa
carrera! Las competencias de larga distancia requieren mucho
entrenamiento. El corredor de maratón pasa meses preparándose. Se levanta
temprano y corre hasta el agotamiento físico y mental. Cuida de lo que come,
duerme suficiente y corre con regularidad. El principal objetivo de todo este
entrenamiento es desarrollar aguante. Aunque no es fácil, la disciplina es
esencial para correr un maratón de 42 kilómetros.
Puesto que la
Biblia compara a la vida cristiana con una carrera, podemos asumir también que
el aguante es esencial para nuestro éxito. ¿Qué es lo que crea aguante
espiritual? El apóstol Santiago señala que enfrentar pruebas nos fortalece. De
hecho, en Santiago 1.2, 3 (NVI), nos dice incluso que
debemos recibir con agrado
las dificultades porque “la prueba de su fe produce constancia” o aguante.
Santiago está
hablando de la fuerza interior que nos permite afrontar cualquier dificultad
sin abandonar la lucha. Un corredor necesita tal fuerza para una carrera. Por
eso, aunque el entrenamiento duele, él prepara su cuerpo para poder llegar a la
meta. Para los creyentes, el proceso es semejante, excepto que nuestro
entrenamiento viene por medio de las pruebas. Cuando enfrentamos diferentes
desafíos en el poder del Espíritu, Dios nos fortalece más y más.
¿Enfrenta
usted una situación difícil? Dios quiere que confíe en Él, y luego se haga la
siguiente pregunta: ¿Estoy
dispuesto a someterme a este fuerte entrenamiento hoy, para ganar la carrera
mañana?
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