Leer | Génesis 3.7-13
21
de agosto de 2014
Después de
desobedecer a Dios, Adán y Eva se encontraron en una situación terrible. Su
primera reacción fue ocultar la verdad en vez de reconocer lo que habían
hecho. Las hojas de higuera no pueden jamás ocultar la raíz del pecado (Gn 3.7); pero incluso
hoy, tenemos la misma actitud. En lugar de reconocer y confesar el pecado,
buscamos esconderlo.
La segunda
respuesta de Adán y Eva fue evitar a Dios. Ellos sabían que habían
desobedecido, pero en vez de venir al Señor para restablecer su relación, se
escondieron de Él por temor (v. 8). ¿Alguna vez ha
evitado orar o leer la Biblia por estar luchando con sentimientos de culpa?
Una tercera
reacción fue tratar de evitar la responsabilidad personal, echando la culpa a
otros (vv. 12, 13). No obstante,
cada uno de nosotros es responsable ante Dios por sus acciones,
independientemente de las circunstancias o de quién esté involucrado.
Pero, a
pesar del pecado de Adán y Eva y de sus maneras escurridizas de manejarlo, el
Señor los buscó (v. 9). Nuestro pecado
nunca es demasiado grande como para mantener lejos a Dios; Él nos llama
todavía y pregunta: “¿Dónde estás?” Él sabe lo que hemos hecho y por qué,
pero nos hace esa pregunta para que nos demos cuenta de nuestra condición.
Nunca
permita que la culpa o la vergüenza le mantengan alejado del Señor. Él busca
a quienes han convertido sus vidas en un caos, y les habla por medio de su
Palabra, de su Espíritu Santo y de su pueblo. El perdón y la reconciliación
con Dios aguardan a todos los que estén dispuestos a escuchar, reconocer su
pecado y arrepentirse.
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