Lo más amoroso que podemos hacer por los musulmanes, y por
cualquier otra persona, es decirles toda la verdad sobre Jesucristo, en el
contexto de un amor sacrificado por ellos y de la disposición a sufrir por
ellos antes que abandonarlos; y luego podemos rogarles que se alejen del culto
vano (Marcos 7:7) y reciban a Cristo como el Salvador crucificado y resucitado,
para el perdón de sus pecados y para la esperanza de vida eterna.
Éste sería nuestro gran gozo, tener hermanos y hermanas de entre todos los pueblos del mundo.
Éste sería nuestro gran gozo, tener hermanos y hermanas de entre todos los pueblos del mundo.
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