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La gracia para vencer


 



7 de julio de 2014

El Señor afirma que su gracia es suficiente para cada situación dolorosa que afrontemos. Por su abundante bondad, amor y misericordia, no tenemos que dejarnos vencer por el desaliento, renunciar a la esperanza, o alejarnos de su plan. Sabemos que la gracia de Dios está obrando en nosotros cuando...

Tenemos fuerzas para perseverar. Por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros, Dios libera su poder sobrenatural en nuestra vida para que podamos seguir sin rendirnos (Hch 1.8).

Un espíritu de confianza en Él se enciende en nuestros corazones. La gracia nos ayuda a creer que Dios sacará algún bien de nuestros problemas (Ro 8.28).

Sentimos su presencia y nos concientizamos de su auxilio constante.

Mantenemos nuestro enfoque en el Señor. La gracia nos ayuda a desviar la atención de nuestra situación y ver la suficiencia de Dios.

Confiamos que Dios nos dará la victoria. No simplemente para sacarnos a flote, sino para que nuestra fe crezca.

Estamos seguros de la soberanía de Dios. El Señor conoce nuestras debilidades. Por eso ha prometido poner un límite a nuestras pruebas —a lo que nuestras debilidades, fortalecidas por su poder, pueden soportar (1 Co 10.13).
El apóstol Pablo había sufrido naufragios, cárceles y golpizas, dificultades mucho peores a las que la mayoría de nosotros enfrentamos. Sin embargo, no se dio por vencido porque se acogía a la gracia de Dios que encontraba suficiente para cada circunstancia. ¿Dónde necesita usted una infusión de gracia para no darse por rendido?

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