Leer | Romanos 15.1, 2
22 de
mayo de 2014
La Biblia
ordena a los cristianos a llevar las cargas de otros. Hacer esto de manera efectiva
requiere tres cosas.
•
Sensibilidad.
Si usted no es sensible a las luchas de quienes le rodean, ¿cómo puede ayudar?
Cada domingo se sienta en la iglesia rodeado de personas que sufren. El Señor
conoce la profundidad de su sufrimiento y desea liberarlos de la esclavitud,
pero a menudo actúa por medio de sus hijos. Afortunadamente, contamos con su
Espíritu para hacernos sensibles a las necesidades que haya en medio de
nosotros.
•
Aceptación.
No estamos llamados a llevar cargas de otros basándonos en cómo nos sintamos en
cuanto a ellos. Jesús no hace discriminación sobre a quiénes amar o ayudar. Si
queremos ser como Cristo, debemos estar dispuestos a ayudar a los demás, sin
importar quiénes sean.
•
Disponibilidad.
A veces, los cristianos piensan que es responsabilidad del pastor cuidar a toda
la congregación. Pero él también tiene sus cargas. Su pastor quiere ayudar a
todo el mundo en todas las formas posibles, pero si él es el único que está
disponible para ofrecer apoyo a la congregación, tanto él como la iglesia
colapsarán. Hágase la pregunta de si habrá una manera en que usted pueda ayudar
a llevar la carga.
La
Biblia nos dice que toda la ley se resume en un solo mandamiento: “Amarás a tu
prójimo como a ti mismo” (Gá 5.14). Después de amar al
Señor con todo nuestro corazón, este es el segundo gran mandamiento (Mt 22.39). Por tanto, cuando
nos solidarizamos con la angustia y las cargas de otra persona, cumplimos con
una gran ley de Dios.
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