Leer | 1 CORINTIOS 3.1-3
15 de febrero de 2013
Cuando somos llamados a tener una nueva vida con Cristo, encontramos obstáculos. Uno de los más grandes es la cultura en la cual vivimos. Es posible que no reconozcamos el peligro en que estamos, hasta que caigamos. Demos una mirada a nuestro mundo.
Primero, es una cultura secular, lo cual significa que tiene poco interés en los asuntos espirituales o en la Biblia. Enseña a confiar en nosotros mismos y en las cosas que podemos ver, en vez de hacerlo en nuestro Dios trino.
Nuestro mundo es también materialista. Su interés principal es acumular cosas y tener riquezas, no en ocuparse de los demás y dar sacrificialmente. Trágicamente, muchas de las cosas que nuestra cultura valora están en oposición con la manera que Jesús nos llama a vivir. Cuando la Biblia contradice lo que la sociedad cree, no es raro que las personas menosprecien nuestro estilo de vida como estrecho y radical.
En muchos sentidos, nuestra sociedad es espiritualmente rebelde, ya que desafía tanto las leyes de Dios como las leyes de los hombres; la obediencia es considerada opcional. Un gran porcentaje de la población rechaza el criterio de Dios en cuanto a las relaciones sexuales y el matrimonio, porque han sido engañados al hacerles creer que pueden violar las leyes de Dios sin sufrir ninguna consecuencia.
Si no estamos alerta, podemos ser presa de las trampas del mundo. La clave para evitar sus lazos es la Palabra de Dios. Cuando estudiamos la Biblia, el Espíritu Santo identificará las mentiras en que estemos creyendo, y nos mostrará cómo podemos aplicar la verdad de las Sagradas Escrituras para ser libres.
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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