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Nacido con un propósito



Una vez pensó que no tenía ningún futuro, pero la pasión de Nick Vujicic hoy es convencer al mayor número de personas de que sus vidas le importan a Dios.
por  Erin Gieschen

A Nick Vujicic no le importaba no tener brazos ni piernas, hasta que comenzó a pensar en su futuro. Cuando tenía diez años de edad, decidió que no podía seguir siendo una carga para su familia, por lo que trató de ahogarse en la tina de baño.

Rodeado de una familia cristiana que lo apoyaba y amaba incondicionalmente, Vujicic había sido un niño seguro de sí mismo, que siempre había encontrado la manera de arreglárselas sin sus extremidades. Pero cuando comenzó a compararse con otros niños y a pensar en la vida de limitaciones que tenía por delante, nuevos pensamientos inquietaron su corazón. ¿Cómo voy a tener una vida normal, un empleo, una esposa y unos hijos? Si Dios realmente me ama, ¿por qué no me dio brazos y piernas? Si no hay un propósito para mí en esta vida, y estoy aquí solo para experimentar rechazo y soledad, tal vez deba terminar con ella ahora mismo.

Hoy, el evangelista australiano, de 30 años de edad, se asombra al pensar que una vez creyera que su vida no tenía ningún propósito. Desde entonces, se graduó de la universidad, comenzó su propia compañía, se casó y pronto se convertirá en padre. Y además ha predicado el evangelio y compartido el mensaje de esperanza a millones de personas.

Sin embargo, cuando era adolescente, Vujicic no podía imaginar un buen futuro si Dios no cambiaba drásticamente su situación. Cada noche, él oraba pidiendo que, al despertar, le hubiera nacido una extremidad en su cuerpo. Pensaba que Dios le había hecho de esa manera con el fin de llevar a cabo un milagro trascendental. Recuerda que oraba fervientemente, diciendo. “¡Si me das brazos y piernas, daré la vuelta al mundo para hablar del milagro y demostrar a la gente tu poder y tu amor!”
Pero parecía que Dios no iba a responder su oración, y el muchacho perdía la esperanza de que su vida fuera a cambiar.

Una esperanza y un futuro

Vujicic poco a poco llegó a reconocer que Dios realmente lo había destinado para darle “un futuro y una esperanza” (Jer 29.11 NVI), y entregó su vida a Cristo a los 15 años, después de leer la historia de un hombre que había nacido ciego (Jn 9.1-38). Vujicic comprendió que había pensado igual que los discípulos de Jesús en cuanto al hombre ciego ­que Dios había permitido que naciera así, supuestamente, porque él o sus padres habían hecho algo malo.

Cuando Vujicic leyó las palabras de Jesús: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Jn 9.3), le impactaron como una gran revelación. “Por primera vez me di cuenta de que el hecho de que no pudiera entender por qué no tenía extremidades, no significaba que mi Creador me hubiera abandonado. No había sido sanado, pero su propósito para mi vida sería revelado con el tiempo. No tenía manera de saber que mi condición me ayudaría a ofrecer un mensaje de esperanza en tantas naciones y a personas tan diferentes”.

Sin embargo, hay algunos que creen todavía que ese milagro que le pedía a Dios siendo un niño, sería la manera suprema de cómo Dios se glorificaría a sí mismo. “Se acercan para decirme: ‘Dios dice que vas a tener brazos y piernas’, afirma Vujicic. “Pero ¿qué habría pasado si hubiera estado esperando que eso sucediera? ¿Si eso se hubiera convertido en el pináculo de mi relación con Dios? ¿Si mi esperanza y mi gozo hubieran dependido de un cambio en mi situación? Eso no habría sido prudente. ¿Tengo un par de zapatos en mi armario? Por supuesto que sí. Pero ese no es mi enfoque. Mi enfoque es Jesús. A menudo digo a la gente que si Dios no les da el “milagro” que desean, necesitan convertirse en un milagro para los demás. Cuando una persona sirve a alguien, su corazón también se sana”.

Una historia que contar

Un día, un señor que trabajaba con jóvenes cristianos en una escuela secundaria, le pidió a Vujicic que les contara su historia. Al comienzo, dijo: “No tengo una historia que contar”, pero después de tres meses de insistencia, cedió a la petición. Vujicic habló nerviosamente durante diez minutos de cómo había sido su vida, y de cómo había llegado a entender que Dios tenía un plan para él, a pesar de que todavía no estaba seguro de cuál era. Cuando terminó, la mayoría de los adolescentes, incluso los varones, estaban llorando, y él no podía entender por qué.

Entonces, dos de los estudiantes le pidieron a Vujicic que viniera a hablar a su grupo de jóvenes. En sus últimos años de escuela, Vujicic no solo aceptaba las invitaciones, sino que también iba de una a otra preguntando si podía compartirles su historia. Algunas lo rechazaron; en otras, estaba tan nervioso que se le trababa la lengua durante la charla. Pero el saber que Dios podía comunicar su verdad y esperanza a los demás por medio de él echó raíces y, finalmente, el joven sintió un claro llamamiento a convertirse en conferenciante y evangelista.

En la actualidad, Vujicic ha viajado extensamente por América del Sur, Asia, Europa Oriental y África. Ha hablado en barrios pobres, cárceles y escuelas, y ha compartido el evangelio con funcionarios gubernamentales, celebridades y exprostitutas. Predicó a una multitud de 110.000 personas en la India, y se ha dedicado a alcanzar huérfanos, viudas y minusválidos. Sus videos han sido traducidos y difundidos ampliamente en lugares donde los cristianos son perseguidos. Ha recibido, del mismo modo, una generosa acogida en países musulmanes, budistas, hindúes y comunistas; y también oportunidades sorprendentes para compartir su fe, en programas de televisión secular, vistos en 40 millones de hogares.

Si su auditorio es una pequeña aula de estudiantes o una multitud en un estadio, la respuesta normalmente es
la misma. Si usted ve algunos de los videos de Vujicic en YouTube (muchos de los cuales han sido vistos millones de veces), lo más común que observará es que alguien lo está abrazando, mientras las lágrimas de esa persona le corren por el rostro. Las personas se sienten inicialmente atraídas a Vujicic por lo que perciben como una limitación con la que no pueden imaginar ellas vivir día tras día, pero que parece no tener ningún efecto en su capacidad de vivir lo que él llama “una vida ilógicamente buena”. Ven que no tiene brazos ni piernas, pero el hombre está lleno de gozo, y compartiendo con las personas la buena noticia de que son amadas, y que sus vidas tienen un propósito. Se sienten motivadas a escuchar, porque la historia de Vujicic es convincente, pero aun más porque el evangelio es convincente.

Su influencia en el mundo

Cuanto más viaja Vujicic, más ve la necesidad de las personas de conocer a Cristo. “Puedo decirles que Dios se está moviendo en todo el mundo”, dice, “incluso cuando no podemos enviar misioneros y Biblias a lugares como Irán. Hace algunos años, alrededor de un millón de personas de ese país dijeron que el Señor Jesús se les apareció en un sueño, y con tal convicción, amor y pasión que estuvieron dispuestas a arriesgar sus vidas para seguirlo. China cuenta ahora con 100 millones de cristianos; otros dicen que son 200 millones. Y ellos saben exactamente qué son la evangelización y el discipulado”.

Sin embargo, aunque Vujicic ha sido usado por el Espíritu de Dios alrededor del mundo, incluyendo eventos en los que decenas de miles de personas han decidido seguir a Cristo, él sabe que no es “su ministerio” el que está salvando a las personas. Tampoco se siente deslumbrado por la magnitud de la responsabilidad. “Por la gracia de Dios”, dice, “oro para tener la humildad de reconocer que no es por ; no soy más grande que nadie en este mundo. Nadie es más grande que otro o más importante para Dios. Así que, en el momento que pienso que he hecho algo por mí mismo, me postro sobre mi rostro. Y la evangelización no puede estar separada del discipulado. Lo que necesitamos es que el cuerpo de Cristo trabaje unido”.
Para un hombre que una vez creyó que su vida no tenía ningún propósito, y que, sin embargo, ha hecho esta clara impronta en la escena mundial, Vujicic podría tener la tentación de definirse a sí mismo por su ministerio. Pero recuerda con frecuencia que el famoso evangelista Billy Graham le dijo que habría deseado haber pasado más tiempo con su esposa y sus hijos, y más tiempo a los pies de Jesús para expresarle lo mucho que lo ama. “El propósito más grande de todos, es conocer a Dios”, dice Vujicic. “Hay cristianos que me dicen con frecuencia: ‘He estado yendo a la iglesia toda mi vida, pero todavía estoy esperando conocer mi propósito. No sé qué Dios quiere que haga’. Yo les digo: ‘¿De qué está usted hablando? Su propósito número uno es conocer y amar a Dios, y después amar a su prójimo como a usted mismo’. Mi ministerio podría ser predicar por todo el mundo a millones de personas, pero antes de eso, mi ministerio es amar a mi esposa y a mi hijo. Y si usted no sabe qué más hacer, lea la Biblia; Jesús le dice que vaya a visitar a los que están enfermos o en la cárcel, a ayudar a los pobres, a las viudas y a los huérfanos. Nosotros somos las manos y los pies de Jesús en la tierra, y para mí, eso significa tocar tantas vidas como pueda, al reflejar el amor de Cristo. Y si usted se olvida de sí mismo para ayudar a los demás, eso le transformará”.

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