Leer | JUAN 3.15-17
12 de julio de 2013
Muchas personas asumen que, puesto que Dios es amor, Él dará un lugar a todo el mundo en el cielo, pues no entienden las verdades básicas en cuanto a “perdidos” y “salvos”.
1. Todas las personas comienzan su vida como seres “perdidos”. Cuando Adán pecó (Gn 3), su espíritu se volvió malo y rebelde (Ro 5.12) al igual que los de todos los que hemos nacido después de él. Esa “naturaleza de pecado” que se transmitió de una generación a otra, hace que estemos “perdidos”.
2. La humanidad está muerta en delitos y pecados (Ef 2.1). Cuando Adán pecó, su relación íntima con Dios murió. Nosotros, sus descendientes, hemos nacido en ese estado de muerte. Aunque físicamente estamos vivos al nacer, nuestro espíritu —la única parte de nosotros que puede relacionarse con Dios— está muerto.
3. Somos seres eternos. Porque estamos hechos a imagen de Dios, nuestra alma es eterna. Pero la Biblia nos dice que quienes rechazan a Cristo como Salvador perecerán (Jn 3.16). Esto no significa que serán aniquilados, sino que estarán separados de Dios eternamente.
4. Es necesario el nuevo nacimiento (1 P 1.3). Para tener una relación con el Padre celestial, es necesario que la parte de nosotros que ha estado muerta para Dios sea ahora vivificada. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, la vida misma de Dios nace en nosotros, y pasamos de estar espiritualmente muertos y perdidos, a estar vivos y salvos.
Nuestro Padre celestial, por amor a nosotros, proveyó lo que necesitábamos —un Salvador. ¡Comience a predicar esta verdad!
Dios te bendiga! |
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y y
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