Leer | MATEO 4.1-11
20 de septiembre de 2013
Como soldados del ejército de Dios, peleamos una batalla espiritual. Para mantenernos firmes, debemos estar vestidos con el atuendo de batalla cada día.
Asegúrese de que sus pies estén calzados con el evangelio de la paz. Las botas de los militares romanos tenían abrazaderas para ayudar a los soldados a mantenerse firmes en la batalla. Del mismo modo, nuestro “calzado” espiritual nos da la seguridad de que tenemos paz con Dios, y de que estamos seguros en Él (Jn 10.28).
Lleve el escudo de la fe. El recurso más poderoso que tenemos como creyentes, es nuestra fe. Ella nos ayuda a resistir las tentaciones del enemigo. Estamos bien protegidos detrás del escudo de la fe.
Use el yelmo de la salvación. La mente es el campo de batalla de Satanás; necesita ser protegida concienzudamente y de manera efectiva. En una batalla espiritual, la seguridad de que somos salvos nos ayudará a rechazar las mentiras del enemigo, que pudieran llevarnos a dudar de Dios o a pensar de manera contraria a su Palabra.
Lleve la espada del Espíritu. La Palabra de Dios es un arma de ataque y también defensiva. Ella ataca en favor del evangelio (He 4.12), y también nos protege. Como lo demostró el Señor Jesús en la tentación del desierto, el diablo no puede sostenerse delante de ella.
La batalla espiritual que se libra a nuestro alrededor es real y feroz (Ef 6.12). No estamos en la reserva, esperando simplemente a ser llamados. Estamos en la guerra. Soldado del Señor: ¿Está usted totalmente vestido para la batalla?
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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