Leer | PROVERBIOS 3.3, 4
10 de septiembre de 2013
¿Se ha sentido tentado a pensar alguna vez que el Señor tenga favoritismo? Algunas historias de la Biblia dan esa impresión. Hablemos de María, por ejemplo. Cuando el ángel Gabriel la vio, le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo” (Lc 1.28). Pensemos después en Moisés; Dios le habló cara a cara, como habla alguien con su amigo (Ex 33.11). Y, por supuesto, tenemos a Samuel, quien crecía en el favor del Señor y en el de toda la gente (1 S 2.26 NTV). La Biblia dice que Dios no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras (3.19). ¿Son ellos ejemplos de favoritismos?
A pesar de las apariencias, no es así. Como aprendimos en la meditación de ayer, Dios puede conceder o quitar el favor, pero eso no sucede arbitrariamente. El favor de Dios está disponible para todos.
¿Cómo se obtiene, entonces, el favor del Señor? Ante todo, hay que pedirlo. El salmista dice: “Supliqué tu favor con todo mi corazón” (Sal 119.58 LBLA). Luego, en el pasaje de hoy en Proverbios, aprendemos que podemos hacer nuestras la misericordia y la verdad, y que ellas pueden llevarnos al favor ante los ojos de Dios y de los hombres.
Un pasaje de la Biblia especialmente útil se encuentra en el Salmo 25. Aquí se nos dice que “los secretos del SEÑOR son para los que le temen” (v. 14 LBLA). La palabra “secretos” en este contexto se refiere a una comunión dulce y estrecha. Esta comunión está disponible para quienes temen a Dios, lo que significa que son para todos los que deciden andar en bondad, obediencia y el temor del Señor.
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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