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Cómo podemos tener paz

13 de septiembre de 2013
En Génesis 41, hay una historia interesante acerca de un poderoso rey que tuvo dos sueños extraños en la misma noche. Debido a que los sueños parecían tener algún significado —y porque el rey no podía entender cuál era—, se le turbó el espíritu. Por tanto, exigió a sus magos que interpretaran sus sueños, pero cuando ellos no fueron capaces de dar una explicación, la ansiedad del monarca aumentó.
Entonces mandó a llamar a José, quien calmó al rey con estas palabras: “Dios será el que responda paz a Faraón” (v. 16 RVA). Curiosamente, el Señor no prometió en realidad que todos los aspectos de los sueños serían explicados, sino una respuesta de “paz”.
De hecho, Dios sí decidió explicar este sueño particular con mucho detalle, pero ese no es siempre el caso. Muchas veces, perdemos la paz cuando el Señor da dirección o corrección junto con muy pocas explicaciones.
El Señor Jesús dijo muchas palabras duras que nunca explicó a sus seguidores. Esto molestó a algunos de ellos hasta el punto de que “muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Jn 6.66). Simplemente no estaban satisfechos con las explicaciones parciales de Jesús.
En la vida de servicio, queremos que todo esté explicado: ¿A dónde voy a ir? ¿Qué recibiré a cambio? ¿Quiénes irán conmigo? ¿Por cuánto tiempo estaré haciendo esto o aquello? Algunas de estas preguntas pueden ser respondidas en el tiempo de Dios. Mientras tanto, sin embargo, la paz no descansa en explicaciones sino en Aquél que es nuestra paz (Ef 2.14).
Dios te bendiga!

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