Leer | ROMANOS 1.21—2.4
1 de abril de 2013
Dios nos creó para adorarlo a Él. Puesto que fuimos hechos con este propósito, adoraremos algo, incluso si decidimos adorar algo que no sea el Creador. Podemos llegar a dedicar nuestras vidas al dinero, la fama, la popularidad, la inmoralidad, o a alguna otra cosa que pueda convertirse en un dios falso. Pero no importa cuántas cosas terrenales intentemos adorar, ninguna de ellas nos podrá satisfacer como el Dios vivo.
En Romanos 1, el apóstol Pablo ilustra este punto en términos de un pecado particular: la perversión sexual. Usted puede pensar que no está pecando si esta iniquidad no forma parte de su vida, pero cualquier indulgencia pecaminosa -ya sea con acciones o actitudes- que tenga prioridad sobre la adoración al Señor, es mala y destructiva. A menos que dejemos que el Señor Jesús nos salve de nuestra naturaleza egoísta, seguiremos descendiendo y cayendo en la depravación.
Al actuar como si Dios no existiera, excluyéndolo de nuestra vida, perdemos de vista el propósito de nuestra existencia. Al pasar por alto el hecho de que Él quiere relacionarse de manera personal con nosotros, estamos rechazando el regalo de su gracia y deshonrándolo. Sin Él, nuestra manera de pensar se vuelve cada vez más vana, llevándonos a elegir sustitutos falsos al tratar de llenar el vacío que solo Dios puede llenar.
Negar a Cristo su legítimo lugar como Señor de nuestra vida, provocará finalmente a la ira de Dios. Pero el Señor, por su gran amor a toda la humanidad, no quiere que nadie pase la eternidad sin Él (2 P 3.9). Por tanto, sigue ofreciéndonos “las riquezas de su benignidad, paciencia y nobleza” y llamándonos al arrepentimiento.
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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