Leer | 1 REYES 19.11-13
19 de abril de 2013
¿Piensa usted en el Señor como un poder o como una persona? Ser testigos de su gran poder es importante, sin duda, si vamos a confiar en su capacidad de hacer su voluntad. Pero a menos que tengamos una relación personal con el Padre celestial, podríamos perder de vista la manera en que se interesa por nosotros.
En el pasaje de hoy, encontramos al profeta Elías luchando con esos dos aspectos de su relación con el Señor. Solo un capítulo antes, él había experimentado la victoria por el poder maravilloso de Dios, en un enfrentamiento con cientos de falsos profetas (18.17-40). Sin embargo, inmediatamente después de eso, Elías temió por su vida, y huyó. El profeta sabía intelectualmente que el Soberano del universo era más que capaz de protegerlo. Pero lamentablemente, el temor por su vida había creado una brecha entre el conocimiento que tenía del poder y el interés de Dios por él, y la intimidad que tenía continuamente con Dios. Así que como resultado, Elías huyó.
Elías llegó al monte Horeb, donde esperaba que Dios pasara de largo. Luego, tres poderosas fuerzas de la naturaleza llegaron a ese lugar en rápida sucesión. Pero el profeta sabía que Dios no estaba en esos dramáticos eventos. Después que el viento, el terremoto y el fuego cesaron, Elías escuchó un débil y suave soplo. Reconoció de inmediato que se trataba de Dios, y de ese modo descubrió a su Señor, justo en medio de esa tenue brisa.
¿Está usted escuchando atentamente la tenue voz de Dios? ¿O a menudo se encuentra distraído por las fuerzas dramáticas que claman por su atención? Pida a su Padre celestial que atenúe el ruido, para que pueda aprender a detectar su suave susurro capaz de transformar vidas.
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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