Leer | HEBREOS 12.1, 2
28 de mayo de 2013
Cuando un niño se lastima, nuestro objetivo es que se sienta bien pronto. Quitamos los obstáculos para que, al dar sus primeros pasos, lo haga sin tropezar. Y muchos padres tratan de minimizar la frustración de sus niños en edad escolar, ayudándolos con sus tareas, dando a veces más ayuda de la necesaria. Aunque aliviar el malestar de los niños es comprensible, podemos, sin darnos cuenta, transmitir el mensaje sutil de que los obstáculos y el dolor tienen que ser eliminados a toda costa.
Las dificultades son parte de la vida, y si esperamos lo contrario, estaremos sufriendo desilusiones reiteradamente. Si dejamos que las desilusiones persistan, podemos dar la espalda al Señor. Se puede desperdiciar mucho tiempo tratando de evitar las dificultades, cuando podríamos poner en manos de Dios nuestro futuro. También consumimos energías tratando de salir de nuestras situaciones difíciles, en vez de pedir al Señor que nos diga cómo quiere Él que procedamos. Y lo que es más importante, Dios no ve la adversidad como una tragedia.
Dios ve un valor bienhechor en nuestras pruebas. El sufrimiento y la muerte de Jesús en la cruz confirman la poderosa obra que Dios puede lograr por medio de la adversidad. Él usa las dificultades como oportunidades para nuestro crecimiento espiritual.
Ninguno de nosotros disfruta de los problemas, pero en este mundo las amarguras y las dificultades son seguras. Abandonemos nuestra manera de pensar, y pidamos tener la mente de Cristo, quien confió en el modo de obrar del Padre celestial hasta la muerte en la cruz.
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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