Leer | Salmo 42.1-2
29 de
julio de 2014
“Mi amor...”
La única respuesta que provoca esto es un distraído “Aja” acompañado por el
sonido producido al pasar las hojas del periódico. “¿Puedo hablar contigo?” Una
vez más la respuesta es “Aja”, seguida de un silencio. Luego se oyen unos pasos
que se alejan. ¿Alguna vez experimentó usted algo parecido?
Todos hemos sido
culpables de desatender a las personas que amamos. Es tanto lo que clama por
nuestra atención, que a veces rehuimos el esfuerzo de invertir en una relación.
Lo triste es que podemos hacer lo mismo con Dios. Pero no queremos eso,
¿verdad?
El ayuno bíblico
es una manera de ayudarnos a re-enfocarnos en nuestra relación con Dios. El
ayuno nos prepara para concentrarnos en Él. Es una oportunidad para poner de
lado otras cosas, a fin de buscar su rostro y escuchar su voz. Es un tiempo de
preparación que nos lleva a fijar nuestra atención en la voluntad y en los
propósitos del Señor para nosotros.
Hay quienes
nunca han probado el ayuno porque les parece demasiado extraño. No saben por
dónde empezar a buscar o cuándo encontrar el tiempo para hacerlo. Pero si ven
el ayuno como una experiencia de fe que agudiza nuestra visión espiritual, que
acrecienta nuestro deseo de Dios, y que nos lleva a comprender mejor su
dirección —desearan probarlo.
¿Anhela
conocer mejor a Dios? ¿Necesita conocer su voluntad? El ayuno bíblico es una
disciplina espiritual que le ayudará a tener un oído más agudo, una mente más
clara, y unos ojos firmemente fijados en el Señor y en sus planes. ¿Qué tal si
descubre esto por sí mismo?
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