Leer | JUAN 14.15
6 de noviembre de 2012
Para un sermón que prediqué hace varios años, escribí una lista de cosas y lo titulé “La evolución de una pasión por obedecer a Dios”. Esa pasión no surge completamente en el momento de la salvación. Es verdad que iniciamos nuestra nueva vida en Cristo con el deseo de agradarle; pero eso no incluye el obedecerlo, sino que la búsqueda resuelta e intensa de su voluntad se desarrolla más lentamente.
De hecho, la primera etapa –el temor a las consecuencias de la desobediencia– escasamente se considera como temor a Dios. Pero al avanzar en nuestra fe y hacer el compromiso de obedecerle, llegamos con el tiempo a la etapa final, que es el amor y la devoción a Cristo.
Ir de la primera etapa a la última comienza con lo que usted puede esperar: Un conocimiento mayor de Jesucristo. A medida que profundizamos en la Palabra para ver como Él ha ayudado a los fieles, desarrollamos el deseo de recibir lo mejor de Dios. Hombres como Moisés, David y Pablo, no estuvieron satisfechos con lo que el mundo podía ofrecerles, y tampoco lo estaremos nosotros cuando seamos testigos de su obra. Así pues, ponemos a prueba nuestra obediencia, y descubrimos que las bendiciones que Dios ha prometido son reales. Cuando tenemos un fiel registro de recompensas por hacer su voluntad, reconocemos la sabiduría de la obediencia.
¿Se encuentra usted entre el temor y la devoción a Dios? Tengo la esperanza de que se haya comprometido a obedecer a Dios, y que está leyendo su Palabra cada día. Dios quiere que usted le dé lo mejor –la búsqueda apasionada de su voluntad–, porque Él le está dando lo mejor.
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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