Leer | MATEO 25.31-34
24 de septiembre de 2012
La Biblia se refiere al “reino de Dios” con frecuencia, pero muchas personas no tienen claro su significado. Echemos un vistazo a este concepto.
Lo primero que debemos comprender es que el reino de los cielos se refiere a todo bajo el control de Cristo. En el momento de la salvación, pasamos del reino de las tinieblas a la resplandeciente autoridad del Señor Jesús.
Como dicen los versículos de hoy, el reino y el reinado del Señor Jesucristo han sido dispuestos desde la fundación del mundo. Desde el comienzo, Dios ha estado preparando a la humanidad para lo que está por venir. Una manera fue mediante el uso de los profetas para predecir cómo iba a redimir a la humanidad y a gobernar soberanamente sobre el cielo y la Tierra.
Después que Jesús vino y dio su vida, Él estableció el “actual” reino. No se trata de un lugar geográfico, sino del lugar donde mora el Espíritu Santo de Dios para guiar, aconsejar y dar poder a los creyentes.
Pero hay también un aspecto futuro del reino, que podemos esperar con emoción. Probablemente usted está familiarizado con las palabras “venga tu reino” del Padrenuestro (Lc 11.2). Esto habla de cielos nuevos y tierra nueva, donde disfrutaremos de la libertad del dolor y el pecado. Allí, adoraremos al Señor Jesús con gozo y regocijo por toda la eternidad.
Como embajadores del reino de Dios, quienes somos sus hijos tenemos la responsabilidad y el privilegio de compartir que por la muerte, la sepultura y la resurrección del Señor Jesús, toda persona que pone su fe en Él es perdonada del pecado, y tiene asegurada la vida eterna con Dios.
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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