Leer | 1 CORINTIOS 3.10-15
14 de septiembre de 2012
La Palabra es muy clara en cuanto al hecho de que a los creyentes que obedecen a Dios y traen gloria a su nombre, les aguardan recompensas maravillosas. En el Salmo 19, David escribió que hay una gran recompensa por guardar los mandamientos del Señor (v. 11). Además, la promesa de los regalos celestiales viene directamente de la boca del Señor Jesús en el Sermón del monte (Mt 5.12).
Lea una vez más el pasaje de hoy, y observe la afirmación de Pablo de que tanto él como Apolo recibirán recompensas por su servicio a los corintios (v. 8). Dios no ofrece ni reserva sus tesoros solo para aquellos que trabajan para la iglesia. Todos somos ministros del evangelio, cuyas buenas obras acumulan tesoros en el cielo. Dios ve nuestras decisiones y acciones guiadas por el Espíritu Santo, como dignas de recompensa. Es posible que usted no se sienta importante en este mundo tan grande, pero cada acción y cada palabra suyas le importan a Dios. Lo que Él valora es el creyente que se rinde a la dirección del Espíritu Santo.
La motivación detrás de nuestras acciones también es importante; a veces se hacen buenas obras por las razones equivocadas. Cuando una persona busca el aplauso de los hombres, sus elogios es su única recompensa. Aunque puedan sentirse bien por un tiempo, la adulación no es eterna.
Sospecho que todos derramaremos lágrimas por las buenas acciones que no hicimos, o por el trabajo que hicimos para la gloria personal. Nos daremos cuenta de cuánto más pudimos haber hecho para el Señor. Pero luego él secará nuestras lágrimas y nos dará nuestra recompensa eterna.
Dios te bendiga! Amen |
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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