Leer | 1 TIMOTEO 6.6-11
4 de diciembre de 2012
El mundo atribuye al dinero una importancia mucho más grande que la que Dios quiso que tuviera. En vez de ser simplemente un medio de intercambio de bienes y servicios, se ha convertido en objeto de codicia, en una fuente de poder y prestigio, y en un medio para alcanzar estatus, felicidad y seguridad. Pero, con tantas falsas esperanzas puestas en la riqueza, debemos tener cuidado de no ser engañados. La Palabra de Dios nos advierte los peligros de dar demasiada importancia al dinero en nuestra vida, y nos dice cómo usarlo de acuerdo con los propósitos del Señor.
Para las necesidades personales: Dios quiere que ganemos dinero para satisfacer nuestras necesidades y las de nuestra familia (2 Ts 3.10.). Los cristianos debemos vivir dentro de nuestras posibilidades para no ser una carga para otros.
Para la obra de Dios: Ya que todo lo que tenemos viene del Señor, Él nos ha ordenado que le demos la primera parte de nuestros ingresos como un acto de obediencia y gratitud (Pr 3.9). Nuestras contribuciones permiten que el evangelio sea proclamado.
Para ayudar a otros: Cuando alguien experimenta una crisis económica y está verdaderamente necesitado, el Señor nos manda a ayudar compartiendo lo que tenemos (Pr 19.17). Él nunca pasa por alto la generosidad, e incluso promete recompensarnos.
Lo importante no es cuánto dinero tenemos, sino si lo estamos usando como Dios manda. Adquirir más no da felicidad y seguridad. Pero si obedecemos las instrucciones del Señor en cuanto al dinero, encontraremos el gozo y la satisfacción que nuestros corazones desean verdaderamente.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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