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Entrusted with the Gospel

Dec 13, 2012
Imagine standing by a pool, watching your children get ready to swim. The youngest asks you to hold something—a dirty plastic pail. The oldest makes a similar request, and then hands you an heirloom opal necklace that had been her grandmother’s. Most likely, you wouldn’t worry too much about protecting the toy, but you’d probably guard the jewelry with great care. The way we handle a possession reveals the value we attach to it.
We see this principle in Jesus’ parable about the master who, before going away, entrusted his workers with various sums of money. The two who invested theirs were later commended for wise use of the funds. Their efforts showed that they valued both the treasure and their master. A third worker, however, simply buried his portion in the ground, and all he “earned” was a harsh rebuke and loss of what little treasure he had.
Like these men, we are responsible for something of great worth—far greater, in fact, than money. God has placed in our keeping the most powerful and precious message in existence, the gospel of Jesus. And we are accountable for what we do with it. Our “investment” involves both how we apply its truth to our own life and whether we share it with others.
Do you feed on God’s Word daily, and are you obeying all that He says? He has commanded us to share His life-saving message with a hurting and needy world—and to make disciples in every part of the globe. Whether we listen and obey reveals how much we value the gospel.

God bless you!
Amen

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