Leer | ISAIAS 55.1-5
19 de diciembre de 2012
La historia de David nos inspira a querer tener una relación estrecha con Dios. Pero ¿de dónde surge esa clase de pasión? No se fabrica ni se crea mediante el esfuerzo o la fuerza de voluntad, pues nuestra naturaleza carnal nunca nos permitiría mantener ese nivel de dedicación. El hambre y la sed de Dios son, en realidad, un don del Señor mismo.
Dios nos predestinó para que fuéramos transformados a la imagen de su Hijo, y por eso plantó en nosotros el deseo innato de conocer al Salvador, y de ser conocidos por Él. El problema es que muchas personas, confundiendo este anhelo con ansias de otros tipos, buscan cosas como el afecto, la adulación o la fama. Van por la vida tratando de crear cualquier tipo de relación personal que puedan, para satisfacer los deseos que ni siquiera entienden. Con demasiada frecuencia, el resultado es relaciones superficiales, trabajo excesivo y una conducta inmoral.
La gente corre de aquí para allá, haciendo todo lo que pueden para satisfacer un hambre innata creada por el Todopoderoso, un hambre tan poderosa que solamente sacia la intimidad con Dios. David sabía que solo había una solución para el anhelo constante que había en su corazón. Como dijo San Agustín: “Nuestros corazones estarán errantes hasta que descansen en Ti”.
Dios ha creado en nosotros la capacidad de relacionarnos personalmente con Él. Pero nuestra naturaleza pecaminosa no nos da el poder de generar tal relación. Si usted está tratando de satisfacer su hambre innata con sus propias fuerzas, busque al Señor, quien es el creador de nuestros deseos.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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