Leer | 1 SAMUEL 18.1-30
16 de agosto de 2013
El rey Saúl lo tenía todo: la unción de Dios; al profeta Samuel para guiarlo; el poder y la riqueza del reino de Israel; la aprobación del pueblo. Sin embargo, murió amargado. ¿Qué pasos lo llevaron a su caída?
• La ira. Cuando Goliat fue derrotado, la multitud alabó a Saúl como quien había matado a miles, pero a David como quien había acabado con diez miles. Pero en vez de alegrarse de que Dios había levantado a alguien para matar al gigante, Saúl se enojó con David por recibir más alabanza que él.
• La forma equivocada de pensar. El violento temperamento de Saúl afectó su mente, y empezó a sospechar de los motivos de David. Comenzó a pensar que, ya que el Señor estaba con David, el joven quería apoderarse del reino.
• El temor. Este sentimiento llevó a Saúl a tratar de destruir a David.
• El rechazo. El rey echó a David de su presencia.
• El pánico. El temor de Saúl creció con los éxitos militares de David, y con el creciente amor del pueblo por el joven.
• El proceder engañoso. En dos ocasiones, el rey trató de manipular a David ofreciéndole una de sus hijas en matrimonio. Inclusive maquinó para que los filisteos mataran a David, pero falló. La reacción de Saúl fue convertirse en enemigo de David por el resto de su vida. De allí en adelante, la amargura lo controló.
Aunque los detalles de nuestras vidas son diferentes a los de Saúl, los pasos que llevan a la amargura son los mismos. Si usted está batallando con este sentimiento, acuda al Señor, arrepiéntase de su pecado y sea libre.
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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