Leer | LUCAS 6.27, 28
23 de agosto de 2013
Inmediatamente después de su arresto, Jesús fue interrogado por el sumo sacerdote. Cuando dio una respuesta “no satisfactoria”, uno de los oficiales lo golpeó en el rostro. En vez de ofrecer literalmente la otra mejilla para que se la abofeteara, el Salvador cuestionó serenamente la injusta acción del hombre. El Señor no se defendió ni respondió de manera agresiva, pero se negó a aceptar el abuso, a pesar de que iba a recibir más (Jn 18.21-23).
El pasaje de la Biblia que nos dice que pongamos la otra mejilla perturba a muchos cristianos. ¿Debemos quedarnos quietos mientras alguien nos golpea física o emocionalmente? No. Pero no debemos responder con la misma moneda. Sin duda, el orgullo provocará el deseo de que nos venguemos del colega que nos avergonzó en una reunión, o del miembro de nuestra familia que nos dijo palabras hirientes. Pero no debemos devolver mal por mal o insulto por insulto, sino más bien bendecir (cp. 1 P 3.9).
En la práctica, la situación determinará la forma que tomará nuestra respuesta. Puede ser que necesitemos ignorar las acciones de la otra persona, alejarnos de la situación, o confrontar a nuestro enemigo —la confrontación destinada a lograr entendimiento y reconciliación está bien. De hecho, el Señor Jesús nos enseña que convirtamos a los antagonistas en amigos por medio de la conversación respetuosa (Mt 18.15). Preguntarle: “¿Por qué tienes ese sentimiento contra mí?”, puede revelar el poder del amor incondicional para ayudar a un alma que sufre, a pesar del potencial que tiene para herirnos.
¿Pudiera Dios estarle llamando a mostrar este amor agape?
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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