Leer | 1 PEDRO 5.5-7
27 de marzo de 2013
La vida de Jesús fue un ejemplo de humildad. Él no hizo valer sus derechos divinos en la Tierra, sino que dejó atrás la gloria y la autoridad que le pertenecían. Se revistió de humanidad para ser un siervo obediente a su Padre celestial (Fil 2.5-8).
El ejemplo de nuestro Salvador fue y sigue siendo contracultural. Este mundo no aprecia una actitud o un estilo de vida de humildad; por el contrario, aplaude los grandes éxitos, la belleza exterior, las posiciones elevadas y las habilidades excepcionales. Pero Dios nos asegura que si elegimos la mansedumbre, es decir, una vida de sumisión a Jesús como el Señor de nuestras vidas, Él nos recompensará tanto en esta vida como en la venidera (Mt 5.5).
En los versículos de hoy, Pedro habla de las alternativas que tenemos. Está la promesa de bendiciones espirituales si elegimos el camino de Dios para la humildad. Pero si le damos la espalda a este camino, tendremos la oposición del Señor porque estaremos obrando arrogantemente. Mientras que al rendirnos humildemente a su autoridad, con el deseo de obedecerle, Él será nuestra fuente de fortaleza y confianza.
Hay algo más que considerar: ya que, a veces, aceptamos la importancia que da la sociedad a la gratificación instantánea, tendemos a querer el reconocimiento ahora mismo. Pero Dios nos honra de acuerdo con su manera y su tiempo perfectos.
La decisión es suya: ¿Se humillará y vivirá para la gloria de Dios, en vez de la suya? ¿O trazará su propio camino y decidirá oponerse arrogantemente a Dios? Si usted es sabio, la decisión no le resultará difícil. Pídale a Dios que le indique cualquier aspecto de su vida que esté guiada por el orgullo.
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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