Leer | MATEO 6.5, 6
6 de marzo de 2013
Imagine que usted está de pie en medio de un auditorio lleno de miles de personas. Si cada una de ellas hablara al mismo tiempo, lo más probable es que usted no podría distinguir una voz de otra.
Este mismo principio se aplica a la oración. En nuestra vida cotidiana, estamos rodeados por innumerables voces que demandan nuestra atención: la de nuestros hijos, familiares, amistades y empleadores. Con todas estas personas tratando de ganar nuestra atención, no es de extrañar que la voz de Dios parezca, a veces, silenciosa o distante.
La meditación eficaz requiere aislamiento. Si no hacemos un esfuerzo por escapar de nuestras exigencias diarias, al menos durante algunos momentos, nuestra capacidad de escuchar la voz de Dios se debilitará.
Nuestro Señor Jesucristo estaba muy consciente de esta necesidad de aislamiento. Al enseñar sobre la oración, dijo a sus discípulos que se encerraran en sus cuartos y hablaran en secreto con Dios. Sabía que eso era vital para tomarse un descanso de las presiones de la vida, para tener realmente comunión con el Padre celestial.
Pero el mundo moderno actúa en contra de esta necesidad. Los teléfonos celulares, el correo electrónico y otros avances tecnológicos nos han traído la bendición y la maldición de la comunicación y la interrupción constantes.
En algún momento hoy, apague la televisión, el teléfono celular y la computadora; simplemente escuche la voz de Dios. Acalle, entonces, sus pensamientos, y concéntrese en Él. Dios quiere renovarle por medio del tiempo que pase usted en su presencia.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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