Leer | 2 TIMOTEO 2.4, 16-25
7 de junio de 2013
En la segunda carta de Pablo a Timoteo, el apóstol le ofrece útiles instrucciones que se aplican a todos los cristianos. Esa epístola es un precioso compendio de lecciones de vida que Pablo había aprendido en su servicio al Señor.
El apóstol sabía que, aunque habían personas que estaban sirviendo al Señor por amor, otras estaban predicando a Cristo “por envidia y contienda”, en vez de hacerlo por motivos puros (Fil 1.15, 17). En cuanto a sí mismo, Pablo dice que desde el comienzo de su vida cristiana, había estado sirviendo al Señor con limpia conciencia (2 Ti 1.3).
Después, al comunicarle algunas directrices en cuanto al servicio que agrada a Dios, le dice a Timoteo: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2.4).
Hay, sin duda, cientos de maneras de “enredarse”, pero Pablo le da un ejemplo específico. En el v. 14, le advierte en cuanto a la discusión entre los miembros de la iglesia, pues eso puede llevar a la perdición. También le advierte a Timoteo que evite “profanas y vanas palabrerías” (v. 6), y lo exhorta a desechar “las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas” (v. 23). Pablo resume la idea en el versículo siguiente, diciendo que “el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido”.
¡Con qué rapidez el servicio a Dios se convierte en un debate! A veces, pensamos que la única manera de corregir alguien de un error es por medio de una fuerte discusión, cuando en realidad, se puede lograr con mansedumbre (v. 25).
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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