Leer | 2 SAMUEL 11.1-5
21 de junio de 2013
La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que pecaron contra el Señor en momentos de debilidad. Estas historias verdaderas, que comenzaron con el relato sobre Adán y Eva, nos han sido dadas para nuestra enseñanza (1 Co 10.11). El Padre celestial quiere que aprendamos de los errores de otros.
La ociosidad dejó que la mente del rey David pensara en el adulterio con Betsabé. El agotamiento llevó a Elías a considerar que la muerte era preferible a la vida (1 R 19.4). El orgullo pudo haber contribuido a que Eva escuchara a la serpiente (Gn 3.6), mientras que la lujuria pudo haber estimulado a Salomón a desear muchas esposas, incluyendo a algunas incrédulas (1 R 11.1-3). Añadamos a esto una sensación de vacío espiritual o emocional, y tenemos al menos cuatro situaciones que son terreno fértil para la tentación. Estoy seguro de que cada uno de nosotros puede identificarse con uno u otro de estos casos.
Aunque hay muchas clases de tentaciones, todas siguen un patrón semejante. El ojo ve, la mente desea y la voluntad actúa. El rey David miró a la esposa de Urías, averiguó quién era, y después actuó. Otro israelita, Acán, que ayudó en la conquista de Jericó, observó todas las riquezas materiales, codició en su mente, y tomó lo que apeteció (Jos 7.20-21).
No importa cuál sea su debilidad, toda persona es responsable en última instancia de sus acciones. Por eso, en momentos de debilidad tenga cuidado si tiene mucha hambre, enojo, soledad o cansancio. Fije su atención en el Señor, saque fuerzas de Él, y experimente la victoria sobre la tentación.
Dios te bendiga!
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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