Leer | JUAN 16.7-11 31 de octubre de 2012 Jesús aseguró a sus discípulos que les convenía que Él se fuera para que el Consolador pudiera venir a ellos (Jn 16.7). Dios lo envía para convencer a las personas de su pecado. Puesto que el Espíritu Santo no está limitado por el tiempo o el espacio, puede llegar a cada persona. Sin embargo, su obra es distinta en relación con los creyentes y los no creyentes. En cuanto a los no creyentes, el Espíritu de Dios penetra su corazón y trae a su conciencia que han hecho lo malo. Les revela que, según las normas divinas, han pecado y están condenados por sus transgresiones. La incredulidad es el mayor pecado contra Dios, y por eso cada pinchazo del corazón tiene el propósito de señalar su necesidad del Salvador. Con relación a los creyentes, el Espíritu Santo trata con ellos en base a su relación con Jesucristo, y los convence de su desobediencia a Él. En otras palabras, nos hace conscientes de pecados específicos, y de la actitud del Seño...