Leer | ROMANOS 8.1-4
30 de octubre de 2012
Algunos creyentes están turbados por sentimientos de condenación. O bien piensan que nunca estarán a la altura de las expectativas de Dios para ellos, o están casi a punto de ahogarse en la culpa por sus pecados del pasado. Estas personas no parecen librarse del sentimiento de que Dios está molesto por sus insignificantes esfuerzos de parecerse más a Cristo.
El libro de Romanos confronta esta mentira: “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro 8.1). Cuando el Salvador fue a la cruz por nosotros, quitó de nuestros hombros la culpa, y nos convirtió en justos delante de Dios. Esos sentimientos de condenación ya no son nuestros; son de Satanás. Éste acentúa nuestros sentimientos de culpa y de incompetencia, y luego sugiere que así es como el Señor piensa de sus “hijos descarriados”. Nada puede estar más lejos de la verdad. Nuestros pecados fueron borrados, y hemos sido escogidos y amados por Dios.
La condenación es solo para quienes rechazan al Señor (Jn 3.36). El pecado es una sentencia de muerte (Ro 6.23). Cualquiera que elija aferrarse al pecado en vez de buscar el perdón divino, sufrirá el castigo: la separación eterna de Dios. Dos sinónimos de condenar son “denunciar” y “maldecir”. Esas palabras describen la declaración de Jesús en cuanto a los incrédulos, en Mateo 25.41: “Apartaos de mí, malditos”.
No hay ninguna condenación para quienes reciben a Cristo como Salvador. El castigo del creyente ya ha sido pagado, y ya no tiene culpa delante de Dios. Confíe en el amor de Jesucristo, y no haga caso de la mentira de Satanás. Los hijos de Dios están cubiertos por su gracia y el sacrificio en la cruz.
Dios te bendiga! Amen |
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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