Leer | 2 PEDRO 2.9-18
9 de octubre de 2012
Dios nos previene en contra de los deseos incorrectos, porque las pasiones pecaminosas pueden producir vacío, sufrimiento, frustración, dolor e incluso la muerte. Los creyentes sabios dejan que el Padre dirija sus anhelos, y luego hacen los cambios que sean necesarios.
Los deseos impuros han sido parte de la naturaleza “carnal” desde la caída del hombre, y puede que se nos haga difícil verlos en nosotros mismos. En vez de cosas evidentes como el robo, las drogas o la inmoralidad, esos deseos involucran a menudo más actitudes y conductas sutiles, como desear la caída de un rival, el desprecio a la autoridad (2 P 2.10), la obsesión por las riquezas (1 Ti 6.9), o incluso hablar con palabras infladas y vanas. Puesto que las pasiones mundanas pueden causar gran daño (2 P 2.18), los creyentes deben rechazarlas. Pero no podemos vencer estos deseos con nuestras propias fuerzas. La única manera de vivir con rectitud es someterse al Espíritu de Dios.
El Señor conoce nuestros deseos, y entiende los errores sinceros. Cuando un creyente interpreta mal la guía del Espíritu, o recibe un mal consejo, Dios mira el corazón. Puede permitir que suframos las consecuencias de una mala decisión, pero no avergonzará a sus hijos cuando comenten un error sin querer. Él puede convertir una situación mala en algo bueno (Ro 8.28).
Dios puede salvarnos de los deseos mundanos, pero debemos estar dispuestos a comprometernos con Él y confiar en Él. Cuando ponemos nuestras vidas totalmente en las manos del Padre, podemos reclamar las maravillosas promesas que Él tiene para nosotros, y después descansar en su gracia.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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