Leer | 2 PEDRO 3.9
7 de enero de 2013
En el Nuevo Testamento, vemos que el llamado de Dios a la salvación a toda la humanidad se repite varias veces (Jn 1.12; 3.16; 6.40; 2 P 3.9). Pero cada uno de nosotros tiene que tomar la decisión personal de responderle o no.
Dios quiere que la humanidad sea salva, por varias razones. Primero, porque Él nos ama (Ef 2.4). Nos ama porque es parte de su naturaleza amar y cuidar a su creación, y no por ningún mérito de nuestra parte. Segundo, porque su gracia se ve claramente en sus seguidores (v. 7). Creyentes que una vez fueron rebeldes, son ahora siervos obedientes —tal trasformación Él la quiere festejar por toda la eternidad. Además, nuestras buenas obras glorifican al Señor (Mt 5.16). Todo lo que hacemos en su nombre, ayuda a que otros lo conozcan.
La salvación solamente es posible por medio de Cristo, quien reconcilia a los pecadores con un Dios santo. Isaías 53.6 dice que todos somos pecadores, y Romanos 6.23 añade: “La paga del pecado es muerte”. Sin una solución divina, estaríamos endeudados y sin esperanzas. Pero la muerte del Salvador en la cruz a favor de toda la humanidad pagó la pena, y por eso cualquier persona puede tener una relación con el Padre celestial. Creer que Cristo murió por nuestros pecados y someternos a la voluntad del Señor, es todo lo que necesitamos para iniciar un compañerismo eterno con Él.
Nuestro Padre celestial nos ama, y quiere estar con nosotros para siempre. Lo único capaz de separarnos de Él es la decisión de rechazar su invitación. Una vez que recibimos a su Hijo como Salvador, pertenecemos a Dios, y ningún defecto en nuestro carácter podrá destruir nuestra eterna relación con Él.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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