Leer | SALMO 24.1, 2
17 de enero de 2013
El principio fundamental de la verdadera prosperidad es simple. En realidad, se reduce a seis sencillas palabras: Dios es el dueño de todo.
Incluso para los cristianos maduros, esta verdad puede ser difícil de captar plenamente y de poner en práctica. Después de todo, está en contra de la mentalidad de la cultura moderna. Pero la Biblia nos recuerda una y otra vez que Dios es el Creador y, por consiguiente, el único dueño legítimo de todo lo que hay en la creación.
Según Hageo 2.8, el Señor es también el dueño de la plata y el oro; en otras palabras, toda moneda le pertenece. El Salmo 50.10 lo dice de manera diferente: Que Él es el dueño de “los millares de animales en los collados”.
Puesto que Dios reitera con insistencia que Él es el dueño de toda la creación, debemos reconocer esto cuando utilicemos sus recursos, incluyendo el dinero. En otras palabras, debemos aceptarlo exactamente como cuando usamos algo que pertenece a nuestro vecinos: le pedimos permiso para utilizarlo; respetamos las instrucciones del dueño, y hacemos exactamente como él ha dicho; no tomamos riesgos innecesarios; manejamos lo que tomamos prestado de la misma manera que quisiéramos que los demás manejen lo nuestro; y lo devolvemos a tiempo, preferiblemente en mejores condiciones o en mayor cantidad que antes.
Primera a Timoteo 6.10 dice que el amor al dinero es la raíz de todos los males. El comprender que Dios es el dueño legítimo y que nosotros somos simplemente administradores de sus recursos, nos ayudará a tener la actitud correcta en cuanto al dinero, o sea, de gratitud en vez de un derecho.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cad...
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