Leer | 2 SAMUEL 11.1-5 
24 de enero de 2013 
Todos, en algún momento, tenemos que tomar decisiones cruciales que pueden acarrear consecuencias permanentes. El problema es: ¿Estaremos preparados para cuando llegue ese momento? 
David no estaba preparado para tomar una decisión que se le presentó de repente. En una ocasión que estaba inquieto, aislado y preocupado, la tentación y el pecado lo tomaron desprevenido. Por tanto, debemos estar en guardia cuanto observemos estas señales en nosotros: 
Primera, nunca se permita estar demasiado hambriento. Cuando el cuerpo está debilitado por la falta de comida, es probable que tome malas decisiones. Cuide de su cuerpo, y dele el sostén que necesita. 
Segunda, no se permita estar demasiado enojado. La ira puede oscurecer el buen juicio y llevar a decisiones lamentables. 
Tercera, no esté demasiado aislado. Cuando usted se siente solo, puede hallarse dispuesto a hacer lo que sea para sentirse amado o aceptado. 
Cuarta, no se permita estar demasiado cansado. El sueño es esencial para poder tomar decisiones prudentes. Cuando usted le niega a su cuerpo y a su mente un “tiempo de inactividad”, es probable que tome malas decisiones. 
Ser prudente en estos cuatro aspectos podrá evitarle más tarde lamentarse de la decisión que haya tomado. 
Comprométase a nunca tomar decisiones importantes cuando se sienta hambriento, enojado, aislado o cansado. Más bien, reconozca en esos momentos que no está preparado para razonar correctamente. Aplace la decisión hasta que pueda enfrentarla con oración, paciencia y sabiduría de lo alto. 
Dios te bendiga! 
Amen 
 | 
Comments
Post a Comment