Leer | MATEO 5.3-16
27 de julio de 2012
Al contrario de la popular pero mala teología, la salvación no garantiza una vida fácil. Es tentador presentar al cristianismo como un refugio que nos libra de dificultades, y solo atrae bendiciones. Esa clase de “fe” puede sonar bien, pero no es auténtica.
La verdad es que en este mundo no podemos evitar el conflicto, pero debemos aprender a enfrentarlo con valor y sabiduría. El gozo de nuestra fe es que el Señor nos da todo lo que necesitamos para enfrentar lo que se nos presente en la vida, y que Él tiene el poder de utilizar las cosas difíciles para nuestro bien. Podemos sentirnos tentados a no decir nada y a armonizar, en vez de encarar el ridículo; pero aunque hemos sido llamados a ser pacificadores, eso no significa que debemos aislarnos de quienes se oponen a nuestra fe.
Pensemos en el ejemplo del Señor. Aunque Jesús era plenamente Dios, también era plenamente humano; sabía lo que era el aguijón del rechazo, al igual que nosotros (He 4.15). Pero fue tan valiente al desafiar al statu quo, que los líderes religiosos exigieron su muerte. Puesto que estuvo en el centro de la controversia a lo largo de todo su ministerio, se apartaba con frecuencia para pasar tiempo con su Padre. Por eso, cuando estamos en medio de la persecución, podemos llegar a conocer al Señor de una manera nueva y profunda.
Así como la sal resalta el sabor de la comida, nuestra presencia puede impactar a quienes nos rodean, aun cuando nos critiquen o rechacen. Impacte usted al mundo siendo simplemente la persona para lo cual Dios le creó. ¡Sea fiel, y confíe en que Él está en acción!
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y y
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