Leer | ÉXODO 3.10-17
7 y 8 de julio de 2012
Dios llamó a Moisés a hacer un gran trabajo que bendeciría a los israelitas. La respuesta de Moisés a esta maravillosa invitación fue presentar excusas de por qué no podía obedecer. Esta actitud, que yo llamo “obstáculos a la fe”, puede inutilizarnos espiritualmente.
En la vida de Moisés vemos aspectos de debilidad que pueden crear esos obstáculos:
Una imagen de sí mismo deficiente. Cuando Dios le ordenó que fuera a Faraón y sacara al pueblo de Egipto, la respuesta inmediata de Moisés fue: “¿Quién soy yo”? Quizás estaba pensando en su ocupación como un insignificante pastor de ovejas que vivía en Madián. Quizás se estaba refiriendo a su linaje; era parte de la raza hebrea que estaba esclavizada en Egipto. O pudo haber estado recordando su pasado, cuando le quitó la vida a un egipcio y tuvo que huir de Egipto (Éx 2.12). El Señor respondió a su objeción con una promesa maravillosa: “Yo estaré contigo” (3.12).
Ignorancia. Para llevar a cabo el plan de Dios, necesitamos creer del todo en Aquel que nos ha llamado. Cuando Moisés cuestionó de nuevo su misión, el Señor le respondió revelándose a sí mismo como el gran YO SOY y Aquel que había prometido libertar a los israelitas (vv. 14-17). Al confiar en el carácter y las promesas del Dios todopoderoso, Moisés podría llevar a cabo esta tarea aparentemente imposible.
Los obstáculos a la fe impiden el derramamiento del poder divino en nuestra vida, frenan nuestro desarrollo espiritual y nos impiden llevar a cabo la voluntad de Dios. Debemos recordar que Dios es soberano sobre todo, y por tanto somos nuevas criaturas en Cristo, y su Espíritu nos inviste de poder.
Dios te bendiga!
Amen!!
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