Leer | HEBREOS 2.1-3
16 de julio de 2012
Reunirse regularmente en la casa del Señor con los hermanos en Cristo ofrece un “ancla” de ayuda para mantener la transparencia de nuestra conducta. Sin embargo, dejar de asistir a la iglesia para ocuparse de otros intereses es una señal de que hemos comenzado a alejarnos de Dios. Si bien, son menos evidentes las personas que no están mentalmente presentes en el tiempo de la predicación, el acto de asistir al servicio no significa nada si no se tiene el deseo de recibir la Palabra de Dios y aplicarla a la vida. Tal como advierte el autor de Hebreos, si no ponemos atención a lo que hemos oído, nos deslizaremos (2.1).
Pero el domingo no es el único día para recibir una buena dieta del aliento y los principios que contiene la Biblia. Debemos leerla cada día de manera personal. Cuando nuestro interés en lo que Dios dice disminuye, nos estamos deslizando a aguas peligrosas. La única manera de mantener limpio nuestro camino es guardando su Palabra (Sal 119.9).
Si se descuida la lectura de la Biblia, la vida de oración también desaparece. La oración es la manera que tenemos los creyentes de comunicarnos con el Capitán. Si dejamos de hablar con Él, sentiremos que el Dios que una vez nos pareció tan cercano, está ahora distante. Ese abismo en nuestro espíritu es una señal más de que estamos lejos de la seguridad.
He visto a capitanes guiar sus buques a través de canales estrechos. Los miembros de la tribulación se enfocan en sus tareas, pues quedar a la deriva sería un desastre. De la misma manera, la vida está llena de canales estrechos, así que no podemos permitirnos alejarnos de Dios y de su Palabra.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y y
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