Leer | HEBREOS 3.12, 13
17 de julio de 2012
Deslizarse espiritualmente —alejarse de manera gradual de Dios y de su voluntad— es dejar de ir en dirección a Dios. Al igual que el bote abandonado es arrastrado por el agua, el creyente se aleja de manera lenta e indiferente de la obediencia a Dios, el estudio regular de la Biblia, la oración y la reunión con los otros cristianos.
Una vida a la deriva está fuera de la voluntad de Dios y, por tanto, es pecado. El Espíritu Santo aguijonea la conciencia del creyente y le envía el mensaje de que se ha salido del camino, pero es proclive a ignorar la advertencia. Si el cristiano justifica siempre su extravío y no reconoce su pecado, su conciencia se volverá poco a poco más insensible. Quien se vuelve indiferente al pecado, ha preparado el camino para tener una conducta cada vez más pecaminosa y sentir menos culpa. ¿Puede usted imaginar una situación más peligrosa?
Cuando la conciencia del creyente que ha quedado a la deriva se vuelve insensible, sus oídos espirituales también son anestesiados; la verdad no logra entrar porque la persona ha dado cabida en su mente a actitudes y filosofías equivocadas. Además, su corazón se endurece a las cosas de Dios. Al huir de testimonios en cuanto al poder, la gracia y la misericordia de Dios, evita situaciones que pudieran despertar de nuevo su conciencia y mover su espíritu al arrepentimiento.
Las personas se alejan de Dios en busca de más libertad y más placer. Pero las consecuencias son un corazón endurecido, una conciencia entumecida y unos oídos sordos. El creyente apartado sacrifica la vida de victoria en Cristo, por una existencia carente de satisfacción permanente.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y y
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