Leer | SALMO 37.5-7
15 de agosto de 2012
Job fue un hombre que, sin duda, supo qué eran la tribulación y la tentación, pero aun así afirmó con valentía: "Aunque él me matare, en él esperaré" (Job 13.15). Aunque había perdido a sus hijos, su fortuna y su salud, se negó a abandonar su fe en Dios. Ese hombre afligido estuvo resuelto a perseverar porque confiaba en la justicia de Dios.
El firme compromiso de confiar en el Señor en todas las situaciones es el cimiento de una fe inquebrantable. Desde la perspectiva que nos ofrece ese fundamento, podemos enfocar nuestros ojos solo en Dios. Es fácil distraerse por las circunstancias y permitir que ellas controlen nuestras emociones. Pero si ese es el caso, entonces estamos felices cuando la vida es buena; cuando los tiempos son difíciles, nos sentimos frustrados; y cuando las adversidades nos lleguen a montones, nos volveremos desdichados y buscaremos un escape.
A diferencia de Job, somos afortunados por tener la Biblia, la cual revela la naturaleza y las promesas de Dios. Es sabio el creyente que reclama esas promesas cuando está enfrentando dificultades, porque su Palabra nos dice que nuestro Padre celestial es siempre bueno, justo, fiel y confiable. Cuando quitamos nuestros ojos de la vorágine de la actividad cotidiana y nos concentramos en honrar a Dios y seguirle, descubrimos una paz constante que está con nosotros tanto en la abundancia como en la pobreza.
Para perseverar en Dios, comprométase a confiar en Él y seguirlo todos los días de su vida. Reclame sus promesas: El Señor y Salvador que no cambia (He 13.8) está comprometido a cuidar de usted en todas las circunstancias (1 P 5.7), y nunca le desamparará, ni le dejará (He 13.5).
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y y
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