Leer | SALMO 40
16 de agosto de 2012
La Biblia contiene muchas historias de personas que esperaron años o incluso décadas antes de que las promesas del Señor se cumplieran. Lo que los creyentes modernos pueden aprender de la paciencia de siervos como Abraham, José, David y Pablo, es que esperar en el Señor tiene recompensas eternas.
Veamos hoy al monarca más memorable de Israel. David era el heredero elegido al trono de Israel, pero pasó años esquivando la furiosa persecución del rey Saúl. A pesar de haber tenido dos oportunidades diferentes para vengarse, David resistió la tentación y no le quitó la vida al rey Saúl. Prefirió seguir el plan de Dios para su coronación, en vez de deshonrar al Señor matando al rey. Los salmos de David revelan su conocimiento de la obra de Dios en su vida. No solo logró su objetivo por su paciencia, sino que también se dio cuenta de que la dirección de Dios era siempre la mejor.
David dejó un testimonio extraordinario de la fidelidad de Dios para ser leído y meditado. Tomó la decisión de esperar en el Señor, y el resultado tuvo la aprobación y la bendición del Padre celestial. No podemos subestimar la recompensa de vivir bajo la aprobación divina. Esto no es una condición especial reservada para "gigantes de la fe" como David. Todos los que esperan obedientemente hasta que el Señor actúe en favor de ellos, permanecen en su gracia.
David no recibió bendiciones por ser especial, fue honrado entre los hombres porque honraba al Señor por encima de todo. Y porque confiaba en la fidelidad de Dios, soportó las dificultades con paciencia. Nosotros, también, podemos contar con que seremos bendecidos si esperamos en el Señor.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y y
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