El primer paso para que un pastor de jóvenes evite los hoyos negros del mundo será la renovación de su compromiso a hacer discípulos. No debemos olvidar que tenemos una lucha espiritual y que a veces habrá bajas. Nuestro enemigo es paciente y puede esperar hasta después de la graduación para arreciar su ataque. Esta realidad, debe compeler a los pastores a cimentar a los jóvenes en la Palabra de Dios, para que mucho tiempo después de haber dejado el ministerio juvenil puedan resistir los ataques del enemigo.
"Tenemos jóvenes sin una propia convicción de fe, que se esconden tras la fe de su líder juvenil —dice Fabian Kalapuch, director de jóvenes del distrito de Nueva Jersey—. Como líderes juveniles debemos enseñar a nuestros jóvenes a vivir la vida cristiana, y la mejor manera de hacerlo es con un plan estratégico de discipulado."
El tema de cómo discipular de la mejor manera a los jóvenes a menudo suscita un debate respecto de si conviene tener buenos recursos o desarrollar buenas relaciones. Quizá la respuesta no es lo uno ni lo otro, sino ambos.
Cuando fui pastor de jóvenes en Nueva Jersey, me cansé de ver a los jóvenes venir sólo por un tiempo a nuestro ministerio, y luego irse. Nunca más supimos de ellos. Teníamos los elementos necesarios para un ministerio juvenil exitoso: sentida alabanza, pequeños grupos, líderes consagrados, seguimiento de los visitantes, grandes programas, y evangelización.
A esas alturas, tuve que hacer algunas preguntas difíciles. ¿Estamos haciendo discípulos de toda la vida, o sólo llevando a cabo un ministerio juvenil? ¿Son éstos la misma cosa? No lo son. Los pastores de jóvenes pueden tener un gran programa juvenil sin preparar a los jóvenes para que sean discípulos.
Para encarar el problema decidí discipular a cuatro jóvenes de nuestro grupo durante un semestre escolar. Cada mañana, de martes a viernes, iba a casa de un alumno, leía la Biblia y oraba con él, y llegaba a conocerlo fuera de la iglesia. Después de meditar juntos en las Escrituras y de orar, lo llevaba a la escuela. Cuando llegábamos al estacionamiento de vehículos, orábamos por sus amigos y por la escuela.
Mediante el discipulado me compenetré en su mundo, vi cómo vivían, tuve interacción semanal con sus padres y hermanos, y cultivé relaciones y responsabilidad recíproca que perdura hasta hoy.
La vida de un pastor de jóvenes es la mejor herramienta que puede usar para hacer discípulos de toda la vida. En 1 Tesalonicenses 2:8 el apóstol Pablo escribió: "Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos."
Los líderes juveniles deben ser ejemplo de Cristo fuera del grupo de jóvenes. Los jóvenes necesitan ver todos los días un ejemplo cristiano. Siempre que podía, llevaba a uno o dos jóvenes conmigo a hacer algún mandado. Esos mandados bien tenían que ver con el ministerio —hacer compras de material para el culto o la actividad de la noche— o eran de carácter personal. Hacía esto para mostrar cómo un adulto cristiano debe conducir sus negocios.
Es fácil ser cristiano en nuestros salones de culto. Es más difícil dar ejemplo de la vida cristiana si un empleado es rudo con usted cuando hace una compra.
Los pastores de jóvenes no están en el ministerio juvenil para edificar mejores jóvenes; están en el ministerio juvenil para edificar mejores adultos. Una persona será adolescente durante siete años. Si una persona vive hasta la edad promedio, será adulto durante más de cincuenta años.
"Tenemos jóvenes sin una propia convicción de fe, que se esconden tras la fe de su líder juvenil —dice Fabian Kalapuch, director de jóvenes del distrito de Nueva Jersey—. Como líderes juveniles debemos enseñar a nuestros jóvenes a vivir la vida cristiana, y la mejor manera de hacerlo es con un plan estratégico de discipulado."
El tema de cómo discipular de la mejor manera a los jóvenes a menudo suscita un debate respecto de si conviene tener buenos recursos o desarrollar buenas relaciones. Quizá la respuesta no es lo uno ni lo otro, sino ambos.
Cuando fui pastor de jóvenes en Nueva Jersey, me cansé de ver a los jóvenes venir sólo por un tiempo a nuestro ministerio, y luego irse. Nunca más supimos de ellos. Teníamos los elementos necesarios para un ministerio juvenil exitoso: sentida alabanza, pequeños grupos, líderes consagrados, seguimiento de los visitantes, grandes programas, y evangelización.
A esas alturas, tuve que hacer algunas preguntas difíciles. ¿Estamos haciendo discípulos de toda la vida, o sólo llevando a cabo un ministerio juvenil? ¿Son éstos la misma cosa? No lo son. Los pastores de jóvenes pueden tener un gran programa juvenil sin preparar a los jóvenes para que sean discípulos.
Para encarar el problema decidí discipular a cuatro jóvenes de nuestro grupo durante un semestre escolar. Cada mañana, de martes a viernes, iba a casa de un alumno, leía la Biblia y oraba con él, y llegaba a conocerlo fuera de la iglesia. Después de meditar juntos en las Escrituras y de orar, lo llevaba a la escuela. Cuando llegábamos al estacionamiento de vehículos, orábamos por sus amigos y por la escuela.
Mediante el discipulado me compenetré en su mundo, vi cómo vivían, tuve interacción semanal con sus padres y hermanos, y cultivé relaciones y responsabilidad recíproca que perdura hasta hoy.
La vida de un pastor de jóvenes es la mejor herramienta que puede usar para hacer discípulos de toda la vida. En 1 Tesalonicenses 2:8 el apóstol Pablo escribió: "Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos."
Los líderes juveniles deben ser ejemplo de Cristo fuera del grupo de jóvenes. Los jóvenes necesitan ver todos los días un ejemplo cristiano. Siempre que podía, llevaba a uno o dos jóvenes conmigo a hacer algún mandado. Esos mandados bien tenían que ver con el ministerio —hacer compras de material para el culto o la actividad de la noche— o eran de carácter personal. Hacía esto para mostrar cómo un adulto cristiano debe conducir sus negocios.
Es fácil ser cristiano en nuestros salones de culto. Es más difícil dar ejemplo de la vida cristiana si un empleado es rudo con usted cuando hace una compra.
Los pastores de jóvenes no están en el ministerio juvenil para edificar mejores jóvenes; están en el ministerio juvenil para edificar mejores adultos. Una persona será adolescente durante siete años. Si una persona vive hasta la edad promedio, será adulto durante más de cincuenta años.
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