Leer | MATEO 3.11-17
14 de agosto de 2012
Cristo comenzó su ministerio público con el bautismo. En esos días, Juan el Bautista estaba llamando a la gente a confesar sus pecados y a demostrar su arrepentimiento mediante la inmersión en el río. ¿Por qué, entonces, el inmaculado Jesús pidió ser bautizado? Al comienzo, Juan rehusó bautizarlo sabiendo que Cristo era "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1.29). Pero Jesús no estaba demostrando arrepentimiento, sino que se estaba identificando sacrificialmente con la humanidad pecaminosa.
Como cristianos, estamos llamados a seguir su ejemplo en todas las cosas. Es por eso que el bautismo es el primer paso como seguidores de Jesús. Así como Él estuvo dispuesto a identificarse con nosotros, nos identificamos públicamente con Él cuando somos bautizados y declaramos simbólicamente que: "He puesto mi fe en Jesucristo como mi Salvador y creo que la deuda por mi pecado fue pagada en su totalidad por su sacrificio. Creo que así como Él resucitó de entre los muertos, yo también seré resucitado por medio de Él. Caminaré en la voluntad de Dios mientras esté en este mundo y viviré con Él por toda la eternidad. Porque me amó lo suficiente como para identificarse conmigo en mi pecado, le demostraré mi amor a Él siguiendo su ejemplo ahora, y durante el resto de mis días".
El bautismo demuestra nuestra conexión no solo con Cristo, sino también con nuestros hermanos espirituales —pasados, presentes y futuros. Nos unimos a todos los que caminaron antes de nosotros en la fe, declarando que somos miembros de un mismo cuerpo, redimidos y resucitados por el mismo Señor.
Dios te bendiga!
Amen
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Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa , y que no haya entre vosotros divisiones , sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer . Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y y
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